Por Javier Perera,

Ingresó a la Escuela Superior de Educación Física «Comandante Manuel Fajardo” con la idea de ser profesor de Educación Física. Mas, las variadas opciones que facilitaba ese centro educativo le cambió la pretensión a Pedro Frías Armenteros y lo incentivó a conocer todo lo concerniente al universo ciclístico. Gradualmente fue dando pasos relevantes dentro de su entorno, hasta que en 1972 intervino en su primer curso de árbitro nacional en Cuba, donde obtiene el primer expediente. A partir de allí, vendría un sinfín de sucesos plausibles.

Su desvelo por esta disciplina lo condujo a titularse Comisario Internacional UCI (Unión Ciclista Internacional), una especie de golpe de suerte que le abrió las puertas a tres Juegos Olímpicos, ocho Juegos Panamericanos, seis Juegos Centroamericanos y del Caribe y siete campeonatos del mundo, junto a una sabiduría incuestionable. Reacio a ser considerado un hombre de éxito dentro del universo del ciclismo, presume de argumentos sólidos, cual gurú en este deporte.

Me surge una duda, si le apasionaba tanto el ciclismo ¿por qué no fue ciclista?

“Porque no tuve la posibilidad de tener una bicicleta. Cuando estaba en el Fajardo participé como atleta en algunos eventos. Esa experiencia fue cardinal porque uno sabe así lo que siente un competidor y después, tanto como entrenador, árbitro o cualquiera de las funciones, puede valorar mejor las acciones que se realizan en la carrera”.

En 1975 se titula como Comisario Internacional UCI para la pista y ruta, ¿cómo llegó a concretar tan importante peldaño?

“El curso nacional en el que alcancé un buen expediente me dio el aval para esa oportunidad, porque son pocos los chances que se presentan. Venezuela estaba organizando el campeonato mundial del año 1977 y pidió crear un curso de Árbitros Internacionales. Fuimos tres compañeros de Cuba y ese momento lo aproveché al máximo. Allí logré buenos resultados y desde ese año soy Comisario Internacional”.

¿Cuál es la función de un Comisario Internacional? 

“Sea nacional o internacional, tiene la responsabilidad de dirigir técnicamente la competencia que le corresponda, de pista o de ruta. También, hacer cumplir los reglamentos tanto para los organizadores, como para atletas, entrenadores, directores deportivos y seguidores de la carrera. Tiene que velar por el cumplimiento estricto de los reglamentos de la UCI”.

Con solo un año de experiencia como Comisario Internacional UCI, asiste a una de sus tres participaciones en Juegos Olímpicos. Si para un deportista es su máxima meta, me imagino que para usted igual.

“Exactamente. El resultado de la calificación obtenida en Venezuela fue lo que valió para que la UCI me brindara la posibilidad de estar en unos Juegos Olímpicos.  Para poder trabajar en competencias importantes, dígase citas olímpicas o campeonatos del mundo, el comisario necesita conocer el idioma francés o el inglés. Cuando me gradué busqué la forma de aprender un poco francés.  Eso me ayudó y en 1976 participo como Comisario de inspectores antidoping en la cita olímpica de Montreal.

Me volvió a corresponder 20 años después, en la justa de Atlanta 1996. Allí participé en todas las competencias de pista y de ruta. Por último, acudí en el 2008 a Beijing como árbitro para las pruebas de ruta. Son tres Juegos Olímpicos en mi currículum. Contento, muy contento”.

Ha tenido una amplia presencia en otros eventos multideportivos, es decir Juegos Panamericanos y Centroamericanos y del Caribe, además de Campeonatos y Copas del mundo. Hábleme sobre lo anterior.

“He sido miembro o presidente del jurado en competencias importantes. He estado en diversos campeonatos del mundo, amateurs y profesionales, en numerosos juegos continentales a partir de México 1975 hasta Río de Janeiro 2007, en varias citas centroamericanas y copas del mundo. Tengo un recorrido bastante extenso que me ha servido de mucha experiencia para dirigir cualquier tipo de competencia”.

Resulta llamativo su presencia en alrededor de 20 países de nuestro continente para participar en carreras por etapa.

“Las carreras por etapas son eventos muy significativos para el desarrollo y la promoción de los ciclistas. Se caracterizan por su larga duración y he estado en casi todos los países de América.

«En estos más de 20 años al frente de carreras por etapas he aprendido mucho. La de más nivel que me ha correspondido dirigir fue el Tour de San Luis, el año pasado. Allí estaban los 16 mejores equipos del mundo. Dirigir una carrera con estas características es muy complejo y me ha servido de experiencia haber trabajado en muchas naciones y conocer la idiosincrasia de cada una de ellas. Además, tengo muy buenas relaciones y una gran amistad con todos los jefes de federaciones y organizadores de esos eventos”.

Una curiosidad, ¿le queda alguna carrera por etapa en la que no haya participado en América?

“Sí, como no. No he estado nunca en una Vuelta a Chile y a Estados Unidos. He dirigido otras carreras de pista, pero no de ruta en esos dos territorios”.

Tengo entendido que ha incursionado en la pedagogía, pues ha sido profesor en cursos para la formación de Comisarios Nacionales e Internacionales.

“Me agrada mucho poder impartir y enseñar los conocimientos que tengo a otros compañeros. Durante muchos años he servido de profesor para la formación de comisarios en varios países de América. Casi la totalidad de los que en estos momentos son comisarios en nuestro continente han pasado por mis manos y eso es algo que me llena de orgullo como cubano. Estoy satisfecho con el papel que han desempeñado y las actitudes que tienen hoy”.

¿Cuánto le ha aportado las instrucciones recibidas en los diferentes seminarios de la UCI para la especialización?

“Quizás el ciclismo es el deporte que tiene más modificaciones en sus reglamentos. Cada carrera aporta un elemento diferente y las reglas se actualizan cada cuatro meses, se incluyen nuevas y se eliminan otras. El tener que aprender para impartir clases me ha ayudado enormemente a tener un dominio de las normas, porque estoy obligado a leerlas una y otra vez y me doy cuenta de muchas cosas que no me han sucedido en carreras”.

El año 1990 llega con la buena nueva del recibimiento de la orden al mérito UCI. ¿En qué consiste esa distinción y cuánta importancia tiene haberla recibido?

“Es el máximo reconocimiento que otorga la UCI a todas las personas que han dedicado su trabajo al desarrollo del ciclismo, ya sea como entrenador, presidente de Federación, funcionario, organizador de carreras o comisario. En ese año, el entonces secretario de la UCI hizo la propuesta al Congreso que se celebró en Japón con motivo de los campeonatos mundiales de pista y rutas profesionales. Fui designado para trabajar en ese certamen y me tomó por sorpresa el premio por los 15 años de labor hasta aquel entonces”.

Después de tantos años como Comisario Internacional, considera que fue injusto alguna vez.

“No lo creo, a lo mejor algunas personas se sintieron desfavorecidas por las decisiones, pero tampoco digo que no me haya equivocado. En algún momento tengo que haber errado, pero siempre traté de actuar con justeza, apegado a los reglamentos y nunca favoreciendo a nadie en lo absoluto. No han sido pocos los problemas y las discusiones que me he buscado, pero siempre he actuado con esa política”.

¿Qué opinión le merece el estado actual del ciclismo de pista y ruta en Cuba?

“El ciclismo cubano está pasando por uno de sus momentos más difíciles. El trabajo que se está realizando carece de muchas cosas, sobre todo de recursos. Este es un deporte que requiere muchos medios para poder desarrollarse, desde la bicicleta que tiene el atleta, hasta elementos propios para el entrenamiento como combustible, neumáticos, etcétera. La geografía de nuestro país no es en todos los sitios favorable para practicar esta disciplina. El ciclista de resistencia de ruta o de pista tiene que estar realizando bases de entrenamiento continuas en los lugares donde haya terrenos difíciles, montañosos, pero no tenemos aquí macizos muy grandes.

«La otra cuestión que va en contra es la poca cantidad de competencias y no me voy a referir sólo a eventos internacionales, sino de carácter nacional. En Cuba existen algunas carreras dominicales de corta duración para mantener a los ciclistas algo motivados. Este febrero se hizo el Clásico Guantánamo-La Habana, un esfuerzo no sólo de la Comisión Nacional, sino también un empeño muy grande de todas las provincias por demostrar de que sí se pueden hacer carreras importantes aquí y que los ciclistas nuestros compitan en distancias superiores a 160 km, porque eso es lo que van a encontrar en el extranjero.

“Lo mismo sucede con la pista. No hay la reserva de los atletas juveniles, pues al desaparecer el equipo nacional de esa categoría es cada territorio el encargado del desarrollo de los atletas y no tenemos velódromos en las provincias. El ciclismo de pista en este sentido ha decaído bastante y nuestros representantes participan muy poco en lides internacionales de su especialidad. Esto es lo que ha afectado el buen nivel que llegamos a tener. Eso no ocurre en el femenino por la posibilidad que tienen las mujeres de entrenar con los hombres. Ellas han mantenido una calidad técnica que las tienen en una escala destacada en el panorama mundial”.

Me decía que la crisis existente en el ciclismo de pista está centrada sobre los hombres…

“En ambos.  Estoy hablando de que hay un grupo de seis mujeres que está muy bien posicionado y que en estos momentos mantienen con vida al ciclismo cubano. Pero la reserva no se vislumbra. ¿Qué vamos a hacer cuando esas chicas no monten bicicleta?”

¿El Clásico Nacional Guantánamo-La Habana suple con eficacia las populares y exitosas Vueltas a Cuba?

“No. El Clásico tenía el objetivo de rescatar la Vuelta a Cuba, lo que es un reto muy grande, pues se necesita de recursos financieros que el país hasta este momento no ha podido tenerlos a mano para que se desarrolle el evento, el cual es una empresa grande porque tienes que regirte por las normas internacionales para realizarlo y cuesta caro. El propósito es, según dijo el presidente del INDER, ver si en el año 2016 se puede salvar la Vuelta, porque se percibe un interés en los gobiernos provinciales y en distintas instituciones”.

En tantos años de experiencia, ¿cuál es el rutero cubano y extranjero que más le ha impresionado?

“Eso es muy difícil porque tendrías que comparar etapas. En Cuba han existido grandes ciclistas de ruta. Mencionaré tres que no tengan contradicciones con nadie. En un período Sergio “Pipián” Martínez, en otro Eduardo Alonso y en época más reciente Pedro Pablo Pérez.  Fueron magníficos deportistas, lo mejor que ha tenido este país en ciclismo.

“Para mí el belga Eddy Merckx fue el mejor rutero que existió en todas las épocas.  Habría que ver con los recursos de la actualidad y los planes novedosos, qué no hubiera hecho ese hombre”.

Una anécdota que por su importancia decida contar.

“Son tantas que es muy difícil seleccionar una. Prefiero contarte una negativa y otra positiva. La triste es el fallecimiento de Agustín Alcántara, excelente ciclista mexicano con el cual tenía muy estrecha amistad. Ocurrió durante un accidente automovilístico en una Vuelta a Cuba, exactamente en la etapa de Camagüey a Ciego de Ávila, mientras se desempeñaba como Director Técnico de su selección. Eso lo presencié lamentablemente, pues dirigía esa carrera.

La vivencia alegre es la medalla de plata de Pedro Pablo Pérez en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo 2003. Sorprendió a todos y en los últimos 16 km salvó una ventaja de más de minuto y medio él solo, sobre los tres que iban en fuga. Me conmocionó como cubano vivir el esfuerzo con que el pinareño llegó a la meta en segundo lugar”.

¿Se considera un hombre de éxito en el mundo del ciclismo?

“Para nada, he hecho lo que me ha tocado. No estoy satisfecho con lo realizado. Simplemente he trabajado con amor y pasión por el ciclismo, y me parece que lo he ejecutado bien. Mientras esté en esta tarea trataré de hacerlo igual. El éxito es para los ciclistas».

Le diré algo, sí lo considero un hombre exitoso y así lo pondré.

“No me gusta la palabra, de verdad. Me quedan cinco años como Comisario Internacional y trataré de aprovecharlos y de brindar mis conocimientos y enseñanzas a muchas más personas. Apoyar al ciclismo cubano para que vuelva a florecer en el mundo como lo hizo durante un tiempo”.

Es curioso que no haya asistido a ninguna de las tres Grandes Vueltas, entiéndase Tour de Francia, Giro de Italia y Vuelta a España. ¿Una deuda?

“Primero, esas carreras son en Europa y ningún Comisario de Latinoamérica ha participado en ellas. El organizador le paga a la UCI una cuota por la inscripción del evento y en dicha cuota van incluidos los gastos del traslado del Comisario Internacional, el hospedaje, la alimentación y los viáticos que le tienen que dar por el viaje.

Si tú lo trasladas de América hasta Europa para trabajar allí, eso le cuesta bastante al organizador. A lo mejor en los cinco años que me quedan, recibo como premio el poder estar en una de esas tres grandes carreras”.