Alcanzar la victoria final en una carrera que se prolonga durante tres semanas como el Tour de Francia es algo destinado únicamente a una selecta élite del ciclismo profesional. No sólo se trata de contar con las cualidades físicas necesarias para pelear contra los mejores, sino que también juegan un importante papel la táctica, saber leer la carrera, soportar la presión y una pequeña dosis de buena suerte.

Cualidades y preparación

Evidentemente, cuando hablamos de un ciclista capaz de ganar el Tour de Francia nos referimos a competidores con unas capacidades innatas que ya de entrada son superiores al resto del pelotón que, ya de por sí, son auténticos portentos físicos.

Si lo ponemos en datos, ello incluiría contar, entre otros valores, con un VO2max muy elevado, un parámetro que, aunque es mejorable con el entrenamiento, viene principalmente determinado por la genética. Este valor, que define la cantidad de oxígeno que es capaz de procesar el organismo vendría a ser como la cilindrada del motor del ciclista.

Con las condiciones necesarias para brillar, la preparación cobra un papel crucial. Tradicionalmente, cuando los métodos de entrenamiento eran más artesanales era todo un arte llegar en la forma idónea a una cita concreta como el Tour de Francia. Hoy en día la ciencia es capaz de medir todos los parámetros que afectan al rendimiento del ciclista para ajustar los entrenamientos al milímetro para lograr la forma buscada en el momento preciso.

En esta evolución de los entrenamientos han tenido gran importancia los medidores de potencia, una herramienta que permite medir de forma exacta e instantánea la intensidad del esfuerzo que está realizando el ciclista además de proporcionar una completa información sobre sus capacidades.

El peso y los vatios

La imagen de los ciclistas afinados al límite, con los huesos marcados y las venas asomando entre la piel es un clásico de este deporte. Más aún en el Tour de Francia, la carrera más importante del año donde los profesionales acuden lo más delgados posible y con unos porcentajes de grasa corporal ínfimo.

Pese a que todos los ciclistas acuden al Tour de Francia afinados al extremo, existen muchos tipos de ciclistas y, evidentemente, aquellos con una constitución más musculada o con gran estatura siempre van a resultar más pesados que aquellos ciclistas menudos.

Este parámetro es de vital importancia cuando las etapas superan de forma habitual los 3.000 m de desnivel, llegando incluso hasta los 5.000 cuando se trata de afrontar los grandes colosos alpinos. Unas montañas que requieren un esfuerzo que hoy en día se mide en vatios, la potencia que necesita generar un ciclista para ascender a un ritmo determinado.

Evidentemente, aquellos ciclistas más pesados van a necesitar de mayor potencia a la hora de ascender por lo que alcanzarán más fácilmente sus límites. Para relativizarlo, se suele expresar el esfuerzo en forma de vatios/kilo.

Bien, según los datos recogidos en los últimos años, un potencial ganador del Tour de Francia ha de ser capaz de ascender generando más de 6 W/kg durante más de una hora, etapa tras etapa.

Esto descarta a los ciclistas más pesados por la enorme cantidad de potencia que requeriría lograr esa relación.

En términos generales, en los tiempos actuales un ciclista ha de pesar menos de 70 kilos para afrontar con garantías esta carrera, encontrándose los escaladores puros en torno a 60 algo que a la mayoría les penaliza en el llano y la contrarreloj. Como referencia, Tadej Pogacar tiene un peso declarado de 66 kg, que seguramente sea alguno menos en una carrera como el Tour de Francia.

Todo terreno

A lo largo de la historia el perfil del corredor ganador del Tour de Francia ha ido variando aunque siempre, al menos desde 1910 cuando la carrera francesa introdujo la primera etapa de alta montaña, con la constante de exigir un buen desempeño en las ascensiones. Una característica que hay ido cobrando mayor importancia ante el declive de las etapas contrarreloj.

Sin embargo, en esta edición 2022 del Tour de Francia los ciclistas tendrán que enfrentarse a una atípica crono de más de 40 kilómetros que ha vuelto a poner de relieve esta especialidad que requiere del ciclista una trabajada aerodinámica, un entrenamiento específico para sostener la posición sobre la bici de crono durante más de 40 minutos y la capacidad de poder aplicar mucha potencia de forma constante durante todo su trazado.

Tampoco hay que olvidar la temida primera semana, con etapas llanas en las que el pelotón circula a altísimas velocidades, con altas dosis de estrés que suponen un importante desgaste para los menos hábiles y en la que un candidato a ganar el Tour ha de ser capaz de ahorrar las máximas fuerzas posibles.

La fuerza del equipo

La importancia de contar con un equipo que arrope al líder es esencial para evitar malgastar fuerzas y que el candidato a la victoria sea capaz de estar en las mejores condiciones cuando llega el momento en que los favoritos se tienen que medir cara a cara.

El equipo protege a su líder en todo momento, le ayuda a regresar al grupo en caso de sufrir una avería, le provee constantemente de agua o de la ropa necesaria y lo lleva a cubierto del viento. Además, contar con un equipo potente permite llevar a cabo distintas tácticas que obliguen a los rivales a un sobre esfuerzo que pueda marcar las diferencias entre unos líderes que, en muchas ocasiones, cuentan con unas fuerzas parejas.

Cabeza

El factor psicológico es vital en el ciclismo. No sólo para proporcionar una capacidad de sufrimiento que permite seguir pedaleando con todas las fuerzas cuando las piernas arden por el esfuerzo.

En el caso de un aspirante al Tour de Francia supone sobrellevar todo el estrés asociado a esa posición como los protocolos en la salida y en las llegadas, las entrevistas, tener que estar constantemente atento en carrera a los movimientos además de saber leer la carrera y dar las órdenes oportunas a sus compañeros de equipo.

Ambición y autoconfianza en las posibilidades son otras de las cualidades esenciales para quien aspire a ganar el Tour de Francia, pero también cabeza fría para saber disparar las balas con las que se cuentan en el momento preciso para dar un buen zarpazo a la carrera y, a su vez, saber ocultar las debilidades en esas jornadas malas que todos los ciclistas sufren en algún momento a lo largo de tres semanas y que a menudo pasan desapercibidas.

Suerte

Todo lo que describíamos anteriormente son, en mayor o menor medida, factores que se pueden ponderar y sobre los que el ciclista tiene cierto margen de actuación. Sin embargo, en una carrera, a menudo tan loca como es el Tour de Francia la suerte juega un factor importante.

La conocida como suerte de los campeones es aquella que permite evitar las temidas caídas o que, en caso de verse involucrado en una, hace que se salde con daños menores. La suerte de no sufrir una avería mecánica en el momento más inoportuno.