Tom Pidcock pide sitio en la mesa de los más grandes. El británico se ha impuesto en la Strade Bianche tras firmar una exhibición de otro tiempo, atacando a 48 de meta y entrando en solitario en la Piazza del campo de Siena.
La nueva estrella de Ineos suma su segundo triunfo del curso tras una etapa en Algarve y se gana el respeto ante lo que le viene en Italia: Tirreno-Adriático y Milán-San Remo. Madouas y Benoot le acompañaron en el cajón. Pello Bilbao fue el mejor español (7º).
Llegar a Santa Catalina con Van der Poel, a priori, era un suicidio y Pidcock movió el avispero en el sector clásico para las hostilidades: Monte Sante Marie. Saltó Alberto Bettiol y el británico, que sacrificó el Mundial de ciclocross para pelear por las clásicas, los soltó en el primer descenso dejando patente que se maneja como nadie en esa suerte. Repetimos que estaba a 48 de meta en un movimiento que fue un calco del de Pogacar en 2022.
Bajo el firme irregular y una nube de polvo, cimbreaba la Pinarello del británico que se deslizaba sobre la grava como si de una coreografía se tratara. Fino cuando trazaba y dando palos cuando la arenosa carretera se empinaba.
El gran favorito, Mathieu Van der Poel nunca tuvo las piernas para estar con los mejores. Se alzó en los últimos metros de Sante Marie en un intento que a la postre se discernió como desesperado. Cuando comenzó la reyerta no fue rival. Vamos a ver cómo asimila esto para Flandes.
Decir que Pidcock ha ganado por su descenso no se ajusta a la realidad. El británico ha gestionado de manera brillante su ventaja, asumiendo responsabilidad en la escapada, sin especular y con un grupo perseguidor que intentó organizarse, pero que nunca pudo con él.
Cayó Pello Bilbao en el momento clave. Cogió el corte bueno, pero cedió cuando llegó la selección definitiva tras un ataque de Benoot al que respondieron Rui Costa y Modouas. El belga sintió que estaba ante su segunda Strade, pero no supo gestionar su estrategia y terminó tercero tras protagonizar un feo desaire a su compañero Valter después de que este diera alcance a su estela atrayendo a otros rivales. Dos Jumbo incapaces de gestionar la caza tras ponerse a nueve segundos por detrás.
Mohoric, Costa, Valter… todos lo intentaron, pero acabó Le Tolfe y Pidcock salió primero. Y nadie lo cogió. Una exhibición monumental en Siena que hubiera firmado el mismo Pogacar en Siena. O Van Aert. O Van der Poel, pero que lleva el sello del último invitado a la mesa de los grandes: Tom Pidcock.
Fuente: www.marca.com