MADRID. Si a Richard Carapaz le hubieran preguntado fuera de micrófono hace 15 días si se veía con la maglia rosa a estas alturas de Giro, había respondido que sí. Después de vestirla ayer, se le pregunta con luz, cámara, micrófono y bolígrafos si se ve con ella el próximo domingo en Verona: también hay respuesta afirmativa. Tal es la convicción de su trabajo con Iosune Murillo, su entrenadora, «todo un año preparando esta situación».
Son siete segundos solo los que le separan de Primoz Roglic, el superfavorito de salida y todavía con aires de superioridad, no por sus actuales resultados, sino por lo que pueda ocultar en su partida de cartas con Vincenzo Nibali. «Me pareció que los rivales no estaban bien, Mikel tampoco se encontraba perfecto, así que decidí atacar. Me venía bien la bajada, sin arriesgar demasiado, y sobre todo el puerto de tercera donde estaba la meta», explicó Richi, quizá el corredor del WorldTour que vive a mayor altitud cuando está en su tierra, Carchi, Ecuador: 3.000 metros nada menos.
En el terreno cuesta arriba que queda por recorrerse, Carapaz se encuentra seguro. «Si hay Gavia, bien y si no, también», afirmó antes de que llegara la confirmación oficial de que la Cima Coppi no se podrá ascender este año. (Pero un chico criado a 3.000 metros estaría más a gusto en los 2.600 del Gavia que otros). «El Mortirolo también es muy duro», advirtió. Considera que «quizá Nibali pueda ser el más peligroso en la montaña», pero lo tiene a una diferencia ya considerable, a 1:47.
EL MEJOR ESCALADOR
La prueba de que Carapaz se ha ganado un puesto entre los grandes favoritos la había dado el viernes con su subida a Ceresole Reale, donde nadie el tosió: le sacó 20 segundos al vencedor Zakarin -que ayer notó el esfuerzo y se dejó 7:20-y 32 a Mikel Landa, que «tampoco iba muy bien», según expresó el propio Carapaz. Las palizas se pagan aunque a tenor de lo visto en la fulminante etapa de ayer, al alavés le sobraron fuerzas para dar la cara las pocas veces que Nibali o Roglic pretendieron estirar la cuerda, La táctica del Movistar Team se dio la vuelta, aunque si recopilamos los fragmentos de conversaciones recogidas en estas dos semanas de carrera se deduce que ya en el equipo español se confiaba más en el ecuatoriano que en Landa.
APLAUSOS DE LANDA
A Mikel le pareció «genial» la victoria de Richi. «Se ha encontrado muy bien y ha tirado adelante. ¡De primera!», celebró el escaldor de Murgia, quinto de la general a 2:50 de su compañero. «Jugar con dos cartas nos ha favorecido», concretó Richard Carapaz, que espera siga sirviéndole para conservar la maglia. «Richi es el líder, puede vestir la maglia rosa hasta el final y yo le respeto», certificó Mikel Landa.
La última maglia rosa del Movistar se celebró por todo lo alto en 2017, pero los dos días de líder de Nairo Quintana se esfumaron en la crono, úlitma etapa en Milán. Un año antes la había conseguido Andrey Amador, aunque solo le duró un día. Las persepectivas con Carapaz, candidato del equipo desde la salida, son mucho más optimistas. Carapaz cumplirá 26 años el miércoles. Si por entonces sigue con la maglia de los vencedores, no habrá quien lo detenga. «No le tengo miedo a la crono de Verona», subrayó para ahuyentar los miedos de que se repita el final de 2017. (marca.com)